Si le hablas de marketing relacional a alguien que tiene un comercio local con más de 20 años probablemente te mirará y dirá: ¡pues claro!, pero si lo hablas con alguien que lleva poco tiempo, te dirá que todo es cuestión de precios. Pero no es así.
Los comercios que sobreviven es por algo, y ese algo son las relaciones que tenían, tienen y mantienen con sus clientes. No te engañes. No todo el mundo compara los precios cada vez que compra. Sin duda han sido esas relaciones con los clientes las que les han permitido no entrar en esa guerra de precios tan temida por todos.
Cuando te hablo de relaciones no te estoy diciendo que os tenéis que hacer amigos, sino que tengáis una relación en el ámbito del comercio. En beneficio mutuo. Puedes llamarles relaciones de conveniencia fiel o relaciones de fidelización de clientes. Es decir, conseguir que el cliente confíe en ti y acuda a tu establecimiento para que le des lo que está buscando. Repito, lo que él está buscando. No lo que a ti te viene bien, sino lo que él quiere. Esto requiere un esfuerzo adicional y un planteamiento distinto del que normalmente te haces cuando te imaginas tu negocio.
Pero, ¿por qué vale la pena realizar este esfuerzo en marketing de relaciones? Interesarse por él, cuidarlo, escucharle, proporcionarle lo que está buscando, buscar lo que a él le interesa, amoldarte a sus horarios y necesidades… son muchas cosas a tener en cuenta para una venta que en muchos casos es inferior a 10 euros. Y sin embargo, es rentable. Es muy sencillo verlo si calculamos la rentabilidad del cliente. De una manera muy simplificada podemos verlo así:
La rentabilidad sin tener en cuenta el marketing de relaciones es la rentabilidad de la transacción. Es una visión a corto plazo que valora cada acto concreto. Sin embargo, si tenemos en cuenta el poder de las relaciones, podemos dar valor a cada cliente teniendo en cuenta sus compras repetidas. Se trata de una visión a medio-largo plazo.
Evidentemente al sumarle las ventas futuras y las ventas de personas a las que ha recomendado nuestro negocio, la rentabilidad es mayor.
El valor integral del cliente es lo que dejarías de ganar si perdieses el cliente y no volviera.
Ya se lo que estas pensando ahora, pero ¿cómo valoro las ventas futuras y las ventas a recomendados?
Si tienes una tienda online y no lo haces todavía. Comentaselo a la persona que te gestione las analíticas de la web. Seguro que te puede dar esa información. Y si te lo gestionas tu mismo y no sabes cómo hacerlo puedes seguir los pasos que describo a continuación para un negocio tradicional.
Para los que tienen un comercio o negocio offline, de los de toda la vida, de los que no venden por internet, el trabajo es más laborioso. Pero es muy interesante hacerlo. Para ello podemos seguir los siguientes pasos:
- Vamos a elegir a tres modelos de cliente de todos los que tienes: el cliente ideal, el cliente medio y el cliente casual. En un artículo pasado describí una forma sencilla de hacerlo.
- De cada uno de los tipos de clientes, multiplica el número de veces al año que compra, por el beneficio medio que te genera cada venta.
- Cada cliente ideal multiplícalo por 3 y posteriormente por el beneficio que has calculado en el punto 2. En este punto estamos incluyendo los nuevos clientes que vienen por recomendación de un cliente ideal. (se dice que cada cliente satisfecho genera otros 7 clientes, de los cuales solo 3 se convierten en clientes ideales)
La suma del punto dos y del punto 3 muestra el valor del cliente.
En este momento estarás alucinando con la cifra que sale. Cierto, parece demasiado alta, pero no lo es si tenemos en cuenta el valor del cliente y no solo de la venta. Imagínate si ninguno de tus clientes repitiera la compra en tu establecimiento… ¿qué sucedería?…mejor no pensarlo ¿verdad? Por eso el valor integral del cliente es muy superior al valor de la transacción y por eso debemos saber valorarlos y crear esas relaciones que nos harán vivir en el tiempo.
Ah! Pero esfuérzate con los buenos. He ahí la importancia de clasificarlos y saber dónde dirigir nuestros esfuerzos.
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